La atajada de Sebastián Bértoli sobre el final del partido de Patronato y minutos antes del comienzo del de Atlético, fue una pequeña puñalada en el túnel “decano”. Así como la que recibió Maximus, aquel general español en la película “Gladiador” antes de su última batalla, que debió disputar herido. El “decano” salió a jugar ante Sportivo Belgrano sabiendo que ya no podía sacarle más de un partido de diferencia a su perseguidor, como imaginó antes de que Luciano Leguizamón, de Guaraní, efectuara el fallido disparo.
¿Fue por eso que no creó chances de gol en el primer tiempo? El tiro libre de Luis Rodríguez fue tan sucio como el remate de Rodrigo Mieres que igual se coló en el arco de los cordobeses. Fue la primera gasa que empezó a curar la herida de lo que no pudo ser. También significó el primer requisito para no sufrir ante un equipo que pelea por no descender: hacer un gol antes de los 15 minutos.
El primer paso estaba dado pero la doble atajada de Cristian Lucchetti avisó que todavía faltaba para llegar al final del camino. Y eso que le faltaba apareció en el segundo tiempo. Emanuel Molina y Leandro González se soltaron de los grilletes a los que parecían estar anudados y comenzaron a darle forma al ataque “decano”.
Atrás, Mieres había ganado confianza al punto que nadie pudo pasarlo. Sportivo probó por arriba y por abajo pero nada. El uruguayo bloqueó las fronteras del área y desde allí miraba como el equipo ya funcionaba como la máquina en la que se convirtió.
Con una triangulación entre Francisco Grahl, Cristian Menéndez (tiró un taco) y el “Pulguita”, Atlético mostró el documento: efectivamente se trabada del equipo más goleador y generador de situaciones de peligro del torneo.
Pero no solo los volantes y el esfuerzo de Menéndez recobraron el tradicional vuelo de Atlético en este torneo. La dupla de laterales original entre Nicolás Romat y Fernando Evangelista le dio la salida necesaria para lastimar a su rival que no dio a basto con tantas armas ofensivas en ese complemento. Después del 2-0, la herida estaba sanada. Pudieron ser cuatro los puntos de diferencia pero tres es el deseo de cualquiera a esta altura.